...

¡Nos mudamos!

¡Nos mudamos!


Encuentra todas las actualizaciones en http://raquelabendvandalen.com/


Este sitio no se actualizará más de aquí en adelante

lunes, 1 de septiembre de 2014

"Prefiero asumir una escritura desde el cuerpo" – Entrevista a Claudia Salazar Jiménez por Raquel Abend van Dalen


Tu novela "La sangre de la aurora", ganadora del Premio Las Américas 2014, comenzó siendo un breve texto para una clase de ficción con la escritora chilena Diamela Eltit. ¿Cuándo y por qué decidiste retomarlo para convertirlo en un proyecto más extenso?
Fue en el mismo momento en que presenté ese breve texto para el taller, pues la reacción casi unánime de los participantes era que ese texto era el germen de una novela. Yo también lo pensé así y decidí continuar la escritura, lo que implicó iniciar también el proceso de investigación y documentación. Desde que presenté aquel pequeño texto en el taller de ficción hasta que se convirtió en “La sangre de la aurora”, pasaron casi 6 años.

¿Cuéntame sobre esa M de Mujer que está en los nombres de las tres protagonistas: Marcela, Melanie y Modesta? ¿Quiénes son ellas?
Son tres mujeres que provienen de clases sociales y contextos muy distintos. Tres mujeres con sus propios deseos e ideas sobre el mundo, la vida y la comunidad. Me interesaba crear estos tres personajes como una expresión de la diversidad de la experiencia femenina atravesada por ese momento de violencia extrema en el Perú. Si elegí sujetos subalternos (mujeres, lesbianas, indígenas) como personajes centrales fue porque, precisamente, intentaba ver qué otra mirada se podría elaborar sobre el conflicto armado, para mostrar las fracturas aún no resueltas en la configuración de la nación peruana.

¿Cómo vives la relación entre cuerpo y política?
Es una relación que está encarnada en la vida cotidiana y trato de referirme a ella en mi escritura. Es un aspecto que está planteado de manera central en la novela: la sexualidad y el orden del deseo. Sabemos bien que las relaciones entre sexualidad y poder configuran matrices de dominación que afectan todos los ámbitos. Desde ese punto de vista, la sexualidad femenina, que es obviada, temida, odiada, desconocida o repudiada, es un lugar privilegiado para plantear otras miradas sobre la historia. Si revisamos el corpus de la literatura peruana sobre el conflicto armado peruano (y quizás la de toda nuestra tradición literaria) vemos que la mirada femenina aún necesita seguir siendo explorada,  así que hay ahí un trabajo pendiente.  
En “La sangre de la aurora”, diría que se trata de escribir el cuerpo desde el cuerpo mismo. Plantear una dicotomía cuerpo-escritura o cuerpo-discurso podría ser inoperante, así que prefiero asumir una escritura desde el cuerpo, como una postura política donde se hace necesario romper con ciertos discursos y gramáticas dominantes.

¿Cómo fue el proceso de selección de los hechos históricos que tomaste para trabajar la novela?
Para escribir “La sangre de la aurora” fue muy importante el trabajo de documentación en los archivos de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que reúne más de 16 mil testimonios. Más que los detalles históricos, me interesaba capturar el clima de terror y violencia de aquellos años. Mi interés no era reproducir miméticamente los hechos, ese tipo de realismo no me llama la atención. Sí quería tomar las tensiones micropolíticas que subyacían a esos hechos, intentar dar cuenta de las razones por las que se llegó a esos extremos de violencia, qué había detrás de los actos de perpetradores, víctimas y del poder y, centralmente, cómo esos hechos impactaron los cuerpos de las mujeres.

¿Cómo se golpea con el lenguaje?
Para golpear con el lenguaje hay que romper la gramática, entendida no solamente como pura organización lingüística sino también como un medio de articulación de sistemas de dominación, así que ese golpe del lenguaje no habría que verlo como una medida efectista sino como una manera de incomodar al lector para hacerlo consciente de estos sistemas, de darle un espacio para que él mismo ponga de su experiencia al momento de la lectura. Que se sumerja en el texto, que ponga también el cuerpo.

Hiciste la selección y el prólogo del libro, recién publicado, “Escribir en Nueva York. Antología de narradores hispanoamericanos”. Cuéntame de este proyecto.
Es un proyecto que tenía en mente hace algunos años y pudo concretarse gracias al interés de la Editorial peruana Caja Negra. Mi idea ha sido reunir textos de ficción y no ficción de escritores hispanoamericanos que hubieran vivido al menos un año en la ciudad de Nueva York y que tuviesen un nuevo libro publicado recientemente. La antología pretende dar cuenta de la movida literaria en español que se desarrolla actualmente en la ciudad y que, me parece, se distancia de ciertos reclamos identitarios que marcaron la escritura en español de décadas anteriores.

¿Te sientes afiliada a una tradición de escritoras peruanas?
Si tuviera que afiliarme a una tradición de escritoras, trascendería los límites geográficos (aquí pienso sobre todo en Virginia Woolf, Marguerite Yourcenar, Clarice Lispector, Marguerite Duras y Elena Garro). Pero haciendo honor a tu pregunta, me siento cercana a escritoras peruanas como Mercedes Cabello, Clorinda Matto, Blanca Varela y Laura Riesco.

Qué me dices: Feminismo y literatura.

Son dos aspectos muy importantes de mi vida, entre los cuales hay mucho de complemento. Creo que los feminismos buscan la igualdad de hombres y mujeres frente a la ley y en la vida social, para lo cual es importante recuperar las experiencias femeninas. Como te comentaba en una pregunta anterior, creo que la representación de estas experiencias en nuestras literaturas es aún un trabajo pendiente. Obviamente no pienso que la literatura deba tener una orientación panfletaria en este sentido, sino que puede hablar de estas experiencias a través de una propuesta estética, de un cuidado trabajo con el lenguaje y proponiendo una intervención en los imaginarios.
También hay que recordar que ser mujer no nos hace escribir necesariamente experiencias femeninas o desde una perspectiva feminista. Yo entiendo la “mirada femenina” como la mirada del Otro, del diferente, del que no ocupa un lugar central en las estructuras de poder.

¿Qué influencia ha tenido el cine en tu escritura?
Un influencia muy importante, casi a la par de la fotografía, dado que gran parte de mi escritura se desarrolla a partir de imágenes. Incluso hay quienes que me han dicho que “La sangre de la aurora” es una novela muy visual, muy cinematográfica. Si bien mi mayor influencia artística viene de la literatura, el cine ocupa un lugar importante, de la mano de directores como:  Kubrick, Lynch, Campion, Tarantino, Kurosawa, von Trier, Potter, Buñuel, Wong Kar Wai, Kieslowski, Aronofsky, Renoir, entre muchos otros.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
Después de la novela, he estado escribiendo varios relatos breves (cuentos y microficciones) y estoy comenzando una novela corta.

Claudia Salazar Jiménez (Lima, Perú) Es escritora, crítica literaria y gestora cultural. Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es Doctora en Literatura por la Universidad de Nueva York (NYU). Dirigió la revista literaria Fuegos de Arena. Ha fundado y dirige Perufest, el primer festival de cine peruano en Nueva York. Es catedrática en Sarah Lawrence College. Editó las antologías Escribir en Nueva York (Lima, 2014) y Voces para Lilith (Lima, 2011). Sus relatos han aparecido en diversas publicaciones electrónicas y en las antologías: Basta. 100 mujeres contra la violencia de género (Lima, 2012), Denominación de origen: Perú. Antología de cuento peruano (Bogotá, 2014) y próximamente en 201. Lado B 201. Lado B (Lima, 2014) y Al final de la batalla, de próxima aparición. La sangre de la aurora (Lima, 2013) es su primera novela y es ganadora del Premio Las Américas a la mejor novela en español publicada en 2013. Actualmente vive en Nueva York.