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domingo, 2 de febrero de 2014

"Escribir es siempre una manera de resistencia contra el paso del tiempo" – Entrevista a Camila Charry Noriega por Raquel Abend van Dalen


¿Cómo fue tu primer encuentro con la literatura?

Viví muchos años, desde que era muy chiquita, en un lugar cerca a Bogotá, se llama La Calera. Mi casa quedaba entre un bosque de pinos y un bosque nativo, un hermoso paisaje de verdad. Era difícil en ese momento que hubiera luz, así que en las noches no había mucho qué hacer, entonces mis papás, como a muchos niños de entonces, cosa que no se ve mucho hoy en día, me leían cuentos. Una rutina al parecer muy simple, pero ese tipo de cosas determinan cómo se va a mirar el mundo después. Con el tiempo fui encontrando libros que me gustaban, no eran especialmente de cuentos, me gustaba leer poesía en voz alta y solía hacerlo cuando estaba sola. Leí los libros de poesía que encontré en mi casa aunque no eran muchos, por lo que los repetía y memoricé muchos poemas, la mayoría de autores españoles o franceses. Cuando tuve oportunidad de ir a la biblioteca del colegio o a comprar algún libro, pues aproveché y supe entonces que de verdad me gustaba la poesía…las palabras que se alzaban sobre su rigor cotidiano, la música que aparecía, pero confieso que no entendía mucho lo que decían, aún hoy, cuando leo algo que me gusta, sé que aparece primero el ritmo, ese encantamiento extraño, y después lo que dice o asumo que dice, lo que quiero que diga, lo que creo hallar. Escribir fue más complicado, escribía en secreto, pequeñas cartas, frases sueltas que guardaba y después en los cuadernos del colegio, palabras que llegaban con la desilusión, no sé, porque alguien que quería no me quería, porque mi amiga se había muerto, porque tuve que dejar a mis perros cuando mi papás se separaron y vine a vivir a Bogotá, cosas así, muy contestarías porque frente a esas cosas poco podía hacer. En ese momento no pensaba mucho en lo que escribía, escribía lo que vivía, como llegaba, solo emoción y sin pensar mucho. 

¿Cómo fue el proceso de escritura de tu poemario Detrás de la bruma? ¿Fue distinto a tu segundo libro El día de hoy?
El proceso de escritura de ese libro fue largo, la mayoría de los poemas que hay en él los escribí, no sé, como a los 16 años, claramente su estructura fue cambiando y lo leí y corregí muchas veces, hasta que me aburrí de leerlo y quise librarme de él. Cuando lo leo ahora reconozco que hay una distancia muy grande entre lo que buscaba en ese momento y lo que busco ahora. No quiere decir que no lo quiera o que no me reconozca en él, claro que lo hago, pero también pertenece a otro momento y responde a otra forma de buscar y de mencionar la vida y su transcurrir de entonces.
Con El día de hoy fue distinto. Los poemas pertenecen a varios años, algo más recientes y creo que se nota, es una reunión más organizada, pienso, de poemas más elaborados y en los que pretendí cierta continuidad a pesar de la distancia que hay entre unos y otros. Me refiero a que obedecen a la búsqueda de una identidad, de un ritmo y una voluntad que quise encontrar en él y que sigo buscando. En ellos hay más reflexión, por llamar de alguna forma ese espacio o esa distancia que uno trata de tomar entre lo que escribe y uno; también hay más consciencia sobre las palabras, sobre lo que cada una intenta decir y sobre aquello que de verdad resulta importante; lo que cabe mencionar, lo que merece ser callado. Esa “consciencia” hace que uno vuelva constantemente sobre lo mismo aunque se nombre diferente.
Sin embargo, escribir es siempre una manera de resistencia contra el paso del tiempo, contra todo lo que existe y duele, contra el tedio y el desencanto. También es un acto solitario de búsqueda y de reencuentro con lo que uno es. Por eso mismo uno trata de dar valor nuevamente a lo que se piensa y siente, a las palabras tan agotadas y tan poco valoradas a veces; un estrellarse con todo lo que nos atraviesa e intentar liberarlo mientras se domestica, o eso cree uno. Por eso nunca es un camino tranquilo. Con esto no quiero decir que siempre sea lo triste, lo trágico, lo insalvable lo que mueva ese pulso interno de la poesía, pues eso sería agotador y no revelaría casi nada. La vida es también la felicidad, lo cotidiano que nos hace día a día y en ello es donde las palabras encuentran asidero y voluntad.
Así que en los dos libros, teniendo en cuenta la distancia que hay entre uno y otro, también está todo lo que menciono, diferente, pero está.


¿Qué cambia en ti cuando tus obras inéditas se vuelven libros publicados?
Cambia que ya no son solo míos, de alguna manera sigo en ellos, pero cuando uno se encuentra, con mucha sorpresa y con gran felicidad, con alguien que menciona algo que uno ha escrito y expresa su cariño, parece que uno no lo hubiera escrito, que hubiera aparecido de repente frente a uno; eso es algo que de verdad sorprende y que agradezco profundamente. Cambia también que, a pesar de creer haber trabajado lo suficiente, de haber sido dura y crítica, cuando lo leo ya publicado, siento un poco de vergüenza y siempre creo que no fue suficiente lo que hice o que hubiera podido cambiar alguna palabra, cortar un verso, ser más juiciosa.

Tus poemarios han tenido muy buena recepción. ¿Esto te anima a probar otros géneros literarios o más bien te disuade?
Primero que todo, es una alegría inmensa que digas eso, creo que el que hayan sido bien recibidos es una fortuna, de verdad no lo esperé. Por otro lado, me gusta el ensayo e intento ser más disciplinada al respecto, intento escribir todos los días un poco, pero soy mucho más dura a la hora de corregirme que con la poesía, debe ser porque con la poesía me siento más cómoda y me muevo con más facilidad; con la poesía no me siento como haciendo una tarea, con el ensayo sí. Aunque la tarea la ponga yo, pienso que aunque los dos géneros sean cercanos o se pueda lograr acercarlos, el tiempo al que obedecen es distinto y su proceso también. Pero me gusta y seguiré trabajando en eso.

Además de poeta te desempeñas como profesora de Arte y Literatura. ¿Encuentras relación entre la acción de dar clases y recitar poesía ante una audiencia?
Dar una clase es más sencillo, aunque también se deja en evidencia quién es uno, se hace desde otra perspectiva; uno está frente a sus estudiantes actuando, porque creo que en este tipo de labores siempre hay algo teatral. Uno busca que, después de la presentación o en medio de ella, los ojos sigan atentos, aparezcan las preguntas, la desaprobación, no sé, haya risas y en este discurso, el de la clase, se tiene la oportunidad de rectificar, de devolverse, de corregir, de preguntarles, de quedarse en silencio y pensar. 
Recitar poesía es una exposición total, tiemblan las manos, la voz falla, es difícil pensar en que si hay una equivocación haya posibilidad de devolverse, de rectificar y que todo siga fluyendo. No existe la distancia que sí hay con el discurso de la clase, pues allí uno es el mediador. Con la poesía, de alguna manera uno es el objeto, el mediador y el resultado y pararse frente a un auditorio, a pesar de lo emocionante que es, también es, terrible decirlo, un examen: se hace bien o se hace mal, se encuentra el tono, la fuerza y el ritmo o no hay diálogo con la audiencia. En la poesía uno es eso que está leyendo y nada más y pensar en que se tiene que leer o recitar desde la emoción y con el cuidado que implica pensar también en qué se está diciendo, es muy difícil, para mí por lo menos lo es. 
También es cierto que no hay muchos espacios en los que se pueda leer o recitar con menos formalidad, sin que todo entre en un tiempo espeso y un poco fúnebre, por llamar de alguna manera ese estado en el que todo entra por un momento. Siento que los auditorios y los espacios para la poesía (no siempre, claro) son un poco fríos y todo el mundo, los que recitan y los que asisten de repente se ponen muy serios. Esas cosas me ponen muy nerviosa, aunque es probable que sea una equivocada percepción que tengo.

¿Quiénes son los autores que te suelen acompañar en tu cotidianidad?
Pues hay muchos, pero tengo favoritos de siempre, siempre  y otros que llegan en momentos particulares. De los favoritos puedo mencionar en poesía a Jorge Gaitán Durán, quizá, mi poeta colombiano preferido, están también Aurelio Arturo, José Manuel Arango, Raúl Gómez Jattin, Jorge Carrera Andrade, Jorge Enrique Adoum, Idea Vilariño, Blanca Varela, René Char, Paul Celán, Baudelaire, Lasse Söderberg, a quien encontré hace poco, Hugo Mujica, Li Po, Borges, Cesare Pavese, César Vallejo, Czeslaw Milosz, Giorgos Seferis, Konstantino Kavafis, Rabindranath Tagore, Roberto Juarroz, Vicente Huidobro, otros serían, Nicolás Gómez Dávila, Octavio Paz, María Zambrano, Chesterton, entre otros.

¿Recuerdas algún libro en particular que haya cambiado drásticamente tu forma de concebir la literatura?
Pues no, no recuerdo ahora uno en particular.

¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
En este momento me encuentro corrigiendo y revisando un libro de poesía que se llama “Otros ojos” y que espero esté listo para febrero de este año. Es un libro sobre la naturaleza, sobre los animales a quienes quiero y respeto profundamente. Este libro será amablemente publicado por la editorial El ángel editor, en Ecuador y lo estoy esperando con mucha emoción pues los poemas que hay allí hacen parte totalmente, de la claridad que es el mundo animal, ese mundo que late y vive tan a la sombra de los hombres hoy en día y que resulta tantas veces más bueno y real que aquel en el que creemos hemos construido lo mejor, así, con esa amarga distancia de aquello que con toda certeza debería ser parte esencial de la vida de todos.
Las clases para mis estudiantes también ocupan siempre mi tiempo y de alguna manera todos los días son un pequeño proyecto, allí me entretengo y leo lo que me gusta, estudio y repaso para poder mostrarle algo nuevo siempre.


Camila Charry Noriega nació en  Bogotá, Colombia. Es Profesional en Estudios Literarios y trabaja como profesora de Literatura. Tiene publicados los libros de poesía: Detrás de la bruma del 2012, editado por la Fundación Común Presencia, Colección Los conjurados,  El día de hoy del 2013 de Garcín Editores y Otros ojos de El ángel editor del 2014.  Sus poemas y reseñas han aparecido en diversas revistas y magazines del país y el exterior, siendo algunos de sus poemas traducidos al inglés y al francés. Ha dirigido talleres de poesía y cuento para jóvenes y ha organizado encuentros intercolegiados de literatura y poesía en Bogotá. Hace parte diversas  antologías de poesía y ha participado en Festivales y recitales de poesía en su país y fuera del mismo.