Viví muchos años, desde que era muy chiquita,
en un lugar cerca a Bogotá, se llama La Calera. Mi casa quedaba entre un bosque
de pinos y un bosque nativo, un hermoso paisaje de verdad. Era difícil en ese
momento que hubiera luz, así que en las noches no había mucho qué hacer,
entonces mis papás, como a muchos niños de entonces, cosa que no se ve mucho hoy
en día, me leían cuentos. Una rutina al parecer muy simple, pero ese tipo de
cosas determinan cómo se va a mirar el mundo después. Con el tiempo
fui encontrando libros que me gustaban, no eran especialmente de cuentos, me
gustaba leer poesía en voz alta y solía hacerlo cuando estaba sola. Leí los
libros de poesía que encontré en mi casa aunque no eran muchos, por lo que los
repetía y memoricé muchos poemas, la mayoría de autores españoles o franceses.
Cuando tuve oportunidad de ir a la biblioteca del colegio o a comprar algún
libro, pues aproveché y supe entonces que de verdad me gustaba la poesía…las
palabras que se alzaban sobre su rigor cotidiano, la música que aparecía, pero
confieso que no entendía mucho lo que decían, aún hoy, cuando leo algo que me
gusta, sé que aparece primero el ritmo, ese encantamiento extraño, y después lo
que dice o asumo que dice, lo que quiero que diga, lo que creo hallar. Escribir
fue más complicado, escribía en secreto, pequeñas cartas, frases sueltas que
guardaba y después en los cuadernos del colegio, palabras que llegaban con la desilusión, no sé, porque alguien que quería no me
quería, porque mi amiga se había
muerto, porque tuve que dejar a mis perros cuando mi papás se separaron y vine
a vivir a Bogotá, cosas así, muy
contestarías porque frente a esas cosas poco podía hacer. En ese momento no
pensaba mucho en lo que escribía, escribía lo que vivía, como llegaba, solo
emoción y sin pensar mucho.
¿Cómo fue el proceso de escritura de tu
poemario Detrás de la bruma? ¿Fue distinto a tu segundo libro El día de hoy?
El proceso de escritura de ese
libro fue largo, la mayoría de los poemas que hay en él los escribí, no sé,
como a los 16 años, claramente su estructura fue cambiando y lo leí y corregí
muchas veces, hasta que me aburrí de leerlo y quise librarme de él. Cuando lo
leo ahora reconozco que hay una distancia muy grande entre lo que buscaba en
ese momento y lo que busco ahora. No quiere decir que no lo quiera o que no me
reconozca en él, claro que lo hago, pero también pertenece a otro momento y
responde a otra forma de buscar y de mencionar la vida y su transcurrir de entonces.
Con El
día de hoy fue distinto. Los poemas pertenecen a varios años, algo más
recientes y creo que se nota, es una reunión más organizada, pienso, de poemas
más elaborados y en los que pretendí cierta continuidad a pesar de la distancia
que hay entre unos y otros. Me refiero a que obedecen a la búsqueda de una
identidad, de un ritmo y una voluntad que quise encontrar en él y que sigo
buscando. En ellos hay más reflexión, por llamar de alguna forma ese espacio o esa
distancia que uno trata de tomar entre lo que escribe y uno; también hay más
consciencia sobre las palabras, sobre lo que cada una intenta decir y sobre
aquello que de verdad resulta importante; lo que cabe mencionar, lo que merece
ser callado. Esa “consciencia” hace que uno vuelva constantemente sobre lo
mismo aunque se nombre diferente.
Sin embargo, escribir es siempre una manera de
resistencia contra el paso del tiempo, contra todo lo que existe y duele,
contra el tedio y el desencanto. También es un acto solitario de búsqueda y de
reencuentro con lo que uno es. Por eso mismo uno trata de dar valor nuevamente
a lo que se piensa y siente, a las palabras tan agotadas y tan poco valoradas a
veces; un estrellarse con
todo lo que nos atraviesa e intentar liberarlo mientras se domestica, o eso
cree uno. Por eso nunca es un camino tranquilo. Con esto no quiero decir que
siempre sea lo triste, lo trágico, lo insalvable lo que mueva ese pulso interno
de la poesía, pues eso sería agotador y no revelaría casi nada. La vida es también la felicidad, lo cotidiano que nos hace día a
día y en ello es donde las palabras encuentran asidero y voluntad.
Así que en los dos libros, teniendo en cuenta
la distancia que hay entre uno y otro, también está todo lo que menciono,
diferente, pero está.
Cambia que ya no son solo míos, de alguna
manera sigo en ellos, pero cuando uno se encuentra, con mucha sorpresa y con
gran felicidad, con alguien que menciona
algo que uno ha escrito y expresa su cariño, parece que uno no lo hubiera
escrito, que hubiera aparecido de repente frente a uno; eso es algo que de
verdad sorprende y que agradezco profundamente. Cambia también que, a pesar de
creer haber trabajado lo suficiente, de haber sido dura y crítica, cuando lo
leo ya publicado, siento un poco de vergüenza y siempre creo que no fue
suficiente lo que hice o que hubiera podido cambiar alguna palabra, cortar un
verso, ser más juiciosa.
Tus poemarios han tenido muy buena
recepción. ¿Esto te anima a probar otros géneros literarios o más bien te
disuade?
Primero que todo, es una alegría inmensa que
digas eso, creo que el que hayan sido bien recibidos es una fortuna, de verdad
no lo esperé. Por otro lado, me gusta el ensayo e intento ser más disciplinada
al respecto, intento escribir todos
los días un poco, pero soy mucho más dura a la hora de corregirme que con la
poesía, debe ser porque con la poesía me siento más cómoda y me muevo con más
facilidad; con la poesía no me siento como haciendo una tarea, con el ensayo
sí. Aunque la tarea la ponga yo, pienso que aunque los dos géneros sean
cercanos o se pueda lograr acercarlos, el tiempo al que obedecen es distinto y
su proceso también. Pero me gusta y seguiré trabajando en eso.
Además de poeta te desempeñas como profesora
de Arte y Literatura. ¿Encuentras relación entre la acción de dar clases y
recitar poesía ante una audiencia?
Dar una clase es más sencillo, aunque también
se deja en evidencia quién es uno, se hace desde otra perspectiva; uno está
frente a sus estudiantes actuando, porque creo que en este tipo de labores
siempre hay algo teatral. Uno
busca que, después de la presentación o en medio de ella, los ojos sigan
atentos, aparezcan las preguntas, la desaprobación, no sé, haya risas y en este
discurso, el de la clase, se tiene la oportunidad de rectificar, de devolverse,
de corregir, de preguntarles, de quedarse en silencio y pensar.
Recitar poesía
es una exposición total, tiemblan las manos, la voz falla, es difícil pensar en
que si hay una equivocación haya posibilidad de devolverse, de rectificar y que
todo siga fluyendo. No existe la distancia que sí hay con el discurso de la clase, pues allí uno es el mediador. Con la poesía, de alguna manera uno es el objeto, el mediador y el resultado y
pararse frente a un auditorio, a pesar de lo emocionante que es, también es,
terrible decirlo, un examen: se hace bien o se hace mal, se encuentra el tono,
la fuerza y el ritmo o no hay diálogo con la audiencia. En la poesía uno es eso
que está leyendo y nada más y pensar en que se tiene que leer o recitar desde
la emoción y con el cuidado que implica pensar también en qué se está diciendo,
es muy difícil, para mí por lo menos lo es.
También es cierto que no hay muchos
espacios en los que se pueda leer o recitar con menos formalidad, sin que todo
entre en un tiempo espeso y un poco fúnebre, por llamar de alguna manera ese
estado en el que todo entra por un momento. Siento que los auditorios y los
espacios para la poesía (no siempre, claro) son un poco fríos y todo el mundo, los
que recitan y los que asisten de repente se ponen muy serios. Esas cosas me
ponen muy nerviosa, aunque es probable que sea una equivocada percepción que
tengo.
¿Quiénes son los autores que te suelen
acompañar en tu cotidianidad?
Pues hay muchos, pero tengo favoritos de siempre,
siempre y otros que llegan en momentos particulares.
De los favoritos puedo mencionar en poesía a Jorge Gaitán Durán, quizá, mi poeta colombiano preferido,
están también Aurelio Arturo, José Manuel Arango, Raúl Gómez Jattin, Jorge
Carrera Andrade, Jorge Enrique Adoum, Idea Vilariño, Blanca Varela, René Char,
Paul Celán, Baudelaire, Lasse Söderberg, a quien encontré hace poco, Hugo
Mujica, Li Po, Borges, Cesare Pavese, César Vallejo, Czeslaw Milosz, Giorgos
Seferis, Konstantino Kavafis, Rabindranath Tagore, Roberto Juarroz, Vicente
Huidobro, otros serían, Nicolás Gómez Dávila, Octavio Paz, María Zambrano,
Chesterton, entre otros.
¿Recuerdas algún libro en particular que
haya cambiado drásticamente tu forma de concebir la literatura?
Pues no, no recuerdo ahora uno en particular.
¿En qué proyectos estás trabajando ahora?
En este momento me encuentro corrigiendo y
revisando un libro de poesía que se llama “Otros ojos” y que espero esté listo
para febrero de este año. Es un libro sobre la naturaleza, sobre los animales a
quienes quiero y respeto profundamente. Este libro será amablemente publicado
por la editorial El ángel editor, en Ecuador y lo estoy esperando con mucha
emoción pues los poemas que hay allí hacen parte totalmente, de la claridad que
es el mundo animal, ese mundo que late y vive tan a la sombra de los hombres
hoy en día y que resulta tantas veces más bueno y real que aquel en
el que creemos hemos construido lo mejor, así, con esa amarga distancia de aquello que con toda certeza debería
ser parte esencial de la vida de todos.
Las clases para mis estudiantes también ocupan
siempre mi tiempo y de alguna manera todos los días son un pequeño proyecto,
allí me entretengo y leo lo que me gusta, estudio y repaso para poder mostrarle algo nuevo siempre.
Camila Charry Noriega nació
en Bogotá, Colombia. Es Profesional
en Estudios Literarios y trabaja como profesora de Literatura. Tiene publicados los libros de poesía: Detrás de la bruma del 2012, editado por
la Fundación Común Presencia, Colección Los conjurados, El
día de hoy del 2013 de Garcín Editores y Otros ojos de El ángel editor del 2014. Sus poemas y reseñas han aparecido en diversas revistas y magazines
del país y el exterior, siendo algunos de sus poemas traducidos al inglés y al
francés. Ha dirigido talleres de poesía y cuento para jóvenes y ha organizado
encuentros intercolegiados de literatura y poesía en Bogotá. Hace parte diversas
antologías de poesía y ha
participado en Festivales y recitales de poesía en su país y fuera del mismo.